Efectos emocionales y cognitivos amplificados: La combinación de THC y MDMA puede generar un aumento de la euforia y una sensación más intensa de conexión emocional. Sin embargo, esta mezcla también puede aumentar la probabilidad de experimentar ansiedad o paranoia. La interacción entre ambas sustancias puede amplificar las emociones, lo que podría llevar a momentos de confusión o incomodidad, especialmente si las dosis son altas o si la persona no está acostumbrada a ellas. La combinación también puede afectar la capacidad de concentración y hacer que el pensamiento se vuelva más lento o desorganizado.
Riesgo de alteración de la percepción de la temperatura corporal: El MDMA puede elevar la temperatura corporal, lo que en situaciones de calor o actividad física podría llevar a un riesgo de hipertermia. El THC, por su parte, puede alterar la percepción del calor o el frío, lo que hace más difícil identificar si la temperatura está subiendo peligrosamente. Esta falta de conciencia puede impedir que se tomen medidas para evitar un sobrecalentamiento, como descansar o hidratarse adecuadamente.
Deterioro cognitivo y coordinación alterada: La combinación de ambas sustancias puede causar un deterioro mayor en la memoria a corto plazo y en la capacidad de tomar decisiones rápidas. Esto puede llevar a situaciones de confusión o dificultad para coordinarse, lo que podría ser riesgoso si se está en un entorno con otras personas o si se necesita reaccionar ante algo inesperado. La interacción de ambos efectos puede hacer más difícil reconocer los propios límites y controlar el consumo.
Malestar físico aumentado: El uso conjunto de THC y MDMA puede intensificar las náuseas o el malestar gastrointestinal, especialmente si se ha ingerido comida, alcohol u otras sustancias. La mezcla puede hacer que el estómago se sienta más sensible o incómodo, aumentando el riesgo de vómitos. Esta sensación de malestar físico puede ser más pronunciada en personas que ya son sensibles a estos efectos.