Efectos disociativos y alteración de la percepción: La ketamina es un anestésico disociativo que induce una sensación de desconexión del cuerpo y del entorno, mientras que el THC puede intensificar las alteraciones perceptuales. Juntas, estas sustancias pueden causar una experiencia aún más profunda de desorientación o desconexión, lo que puede ser emocionalmente perturbador o desestabilizador, especialmente si la persona no está acostumbrada a la ketamina o al THC.
Posible aumento de la confusión o ansiedad: La ketamina puede generar efectos psicológicos impredecibles, como paranoia, alucinaciones o pensamientos desorganizados, y el THC puede aumentar la ansiedad en algunas personas. Combinadas, existe un riesgo de que estas sensaciones se intensifiquen, lo que puede generar un mal viaje o una experiencia negativa, particularmente en personas sin experiencia con estas sustancias.
Dificultad para controlar la experiencia: Tanto el THC como la ketamina alteran la percepción del tiempo y del espacio, pero lo hacen de maneras diferentes. Mientras que el THC puede causar sensaciones de relajación o confusión, la ketamina puede llevar a la desconexión total de la realidad. Esto puede hacer que la persona pierda el control sobre su experiencia, lo que podría ser peligroso si no se encuentra en un entorno seguro.
Riesgo físico y coordinación: La ketamina afecta significativamente la coordinación motora y puede inducir una sensación de “no estar presente” en el cuerpo, lo que hace que sea difícil moverse o reaccionar con rapidez. El THC también puede afectar la coordinación, especialmente en dosis altas. Juntas, estas sustancias pueden incrementar el riesgo de caídas o accidentes si la persona se encuentra en un entorno donde se requiere movilidad o coordinación.