Efectos sobre el sistema nervioso: El alcohol tiene efectos sedantes que pueden contrarrestar el efecto estimulante de algunas de las propiedades del salbutamol (como el aumento de la frecuencia cardíaca o el aumento de la vigilia). Aunque la combinación no provoca efectos directos graves, el alcohol puede reducir la eficacia de los tratamientos respiratorios y empeorar los problemas respiratorios en personas que ya tienen dificultad para respirar.
Riesgo cardiovascular: El salbutamol puede aumentar la frecuencia cardíaca y en algunos casos causar palpitaciones. Si se consume alcohol, que también puede tener un efecto sobre la presión y frecuencia cardíaca, hay un pequeño riesgo de taquicardia o palpitaciones más intensas, especialmente en personas sensibles. En personas con enfermedades cardíacas o hipertensión, la combinación de estos dos podría aumentar el riesgo de complicaciones cardiovasculares.
Efectos en la respiración: Aunque salbutamol es un broncodilatador, el alcohol puede tener un efecto depresor sobre el sistema respiratorio, lo que podría disminuir la capacidad de los pulmones para funcionar correctamente en situaciones de emergencia, como un ataque de asma.
Riesgo de sedación: En algunas personas, el consumo de alcohol puede aumentar la sedación o efectos adversos del salbutamol sobre el sistema nervioso, lo que puede llevar a mareos o somnolencia.