Riesgo de daño muscular (rabdomiólisis): Ambas sustancias, rosuvastatina y MDMA, pueden afectar los músculos. La rosuvastatina, aunque rara, puede causar miopatía (dolor muscular) o rabdomiólisis (daño muscular grave), especialmente si se combina con factores que afectan el metabolismo muscular. El MDMA puede causar hipertermia (aumento extremo de la temperatura corporal) y deshidratación, lo que aumenta el riesgo de daño muscular, lo que puede interactuar de manera peligrosa con los efectos musculares de la rosuvastatina.
Estrés cardiovascular: El MDMA aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que puede ser riesgoso para personas que ya están tomando medicamentos para mejorar la salud cardiovascular, como la rosuvastatina. Esta combinación podría aumentar el riesgo de eventos cardíacos, como arritmias (irregularidades en el ritmo cardíaco) o ataques al corazón, especialmente en personas con problemas cardiovasculares preexistentes.
Riesgo de toxicidad hepática: El MDMA se metaboliza principalmente en el hígado. Al tomar rosuvastatina, que también se metaboliza en el hígado, se puede sobrecargar este órgano, lo que puede aumentar el riesgo de daño hepático. El MDMA, especialmente en dosis altas o con consumo frecuente, puede provocar hepatotoxicidad (daño hepático), y al combinarlo con rosuvastatina, el riesgo podría ser mayor.
Efectos sobre el sistema nervioso: El MDMA afecta los niveles de serotonina, mientras que la rosuvastatina no tiene un efecto directo sobre este neurotransmisor. Sin embargo, las interacciones indirectas en el sistema nervioso, especialmente en cuanto a los efectos emocionales y físicos, pueden ser impredecibles.