Riesgo hepático: Tanto la rosuvastatina como la ketamina pueden ejercer una carga sobre el hígado. El uso conjunto, especialmente en dosis elevadas de ketamina o uso crónico, podría aumentar el riesgo de hepatotoxicidad.
Riesgo muscular: Aunque no hay evidencia directa de que la ketamina exacerbe el riesgo de rabdomiólisis asociado con rosuvastatina, el uso simultáneo de ambas sustancias podría aumentar el riesgo en individuos predispuestos (por ejemplo, aquellos con actividad física intensa o problemas musculares preexistentes).
Efectos cardiovasculares: La ketamina puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Esto podría ser problemático si la rosuvastatina se está utilizando en pacientes con enfermedades cardiovasculares subyacentes.