Esta combinación es peligrosa debido a sus efectos depresores acumulativos en el sistema nervioso central (SNC). Ambas sustancias pueden potenciar la sedación, el deterioro motor y cognitivo, y en dosis altas o uso prolongado, aumentar el riesgo de depresión respiratoria.
Efectos cruzados: La quetiapina deprime el SNC para estabilizar el estado de ánimo, reducir la ansiedad y promover el sueño. Por su parte, las benzodiacepinas intensifican los efectos sedantes al potenciar la acción del ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor inhibidor del cerebro. Esta interacción puede generar somnolencia extrema, confusión y un deterioro motor significativo, aumentando el riesgo de accidentes y complicaciones respiratorias.
Sobreesedación: La combinación puede provocar somnolencia extrema, dificultad para mantenerse despierto y un deterioro significativo en la coordinación motora.
Depresión respiratoria: En dosis altas, ambas sustancias pueden reducir la frecuencia respiratoria, lo que podría ser fatal, especialmente en combinación con otras sustancias depresoras como el alcohol.
Confusión mental: La quetiapina y las benzodiacepinas juntas pueden causar amnesia, deterioro cognitivo y dificultad para procesar pensamientos claros o coherentes.
Riesgo de caídas y accidentes: El deterioro motor y la falta de coordinación aumentan la probabilidad de lesiones físicas.
Dependencia y tolerancia: El uso conjunto y prolongado de estas sustancias puede aumentar el riesgo de dependencia física y psicológica, complicando la retirada de una o ambas.
Este uso conjunto debe evitarse a menos que sea estrictamente supervisado por un médico en un entorno controlado. Si alguien consume estas sustancias juntas y experimenta dificultad para respirar, somnolencia severa, confusión extrema o pérdida de conciencia, busca atención médica de inmediato. Los riesgos de esta combinación son altos, incluso en dosis moderadas.