Efectos sedantes potenciados: Tanto la pregabalina como la ketamina tienen efectos sedantes sobre el sistema nervioso central. Cuando se combinan, estos efectos pueden potenciarse, lo que aumenta el riesgo de somnolencia extrema, dificultad para mantenerse alerta y problemas de coordinación motora. Esto puede hacer que realizar actividades como conducir o manejar maquinaria sea extremadamente peligroso.
Depresión respiratoria: La ketamina y la pregabalina pueden afectar la respiración. En dosis altas, la ketamina puede deprimir la función respiratoria, y la pregabalina, aunque no se asocia directamente con depresión respiratoria, puede potenciar los efectos sedantes, lo que podría aumentar el riesgo de dificultades respiratorias, especialmente en personas susceptibles.
Descoordinación y alteraciones cognitivas: Ambas sustancias pueden afectar la cognición y la coordinación motora. El uso conjunto puede provocar confusión, desorientación y dificultades para procesar información, lo que aumenta el riesgo de accidentes.
Efectos psicológicos impredecibles: La ketamina tiene efectos disociativos y puede alterar gravemente la percepción de la realidad, lo que podría verse intensificado por la pregabalina, especialmente en personas con un historial de trastornos psicológicos. Esto podría aumentar el riesgo de experiencias psicológicas desagradables o efectos adversos.