Ambas sustancias reducen la actividad cerebral, afectando la respiración, la función cardíaca y el estado de conciencia. Esta mezcla puede aumentar drásticamente el riesgo de depresión respiratoria, pérdida de conciencia, coma y muerte.
Efectos cruzados: La combinación de estas dos sustancias potencia sus efectos depresores, afectando críticamente las funciones vitales como la respiración y la presión arterial.
Depresión respiratoria severa: Tanto el alcohol como el opio deprimen el centro respiratorio del cerebro. Su uso combinado puede ralentizar o detener la respiración, lo que puede llevar a hipoxia (falta de oxígeno en el cuerpo) y la muerte.
Pérdida de conciencia y coma: La mezcla puede inducir una sedación profunda, llevando a un estado de coma donde la persona pierde completamente la capacidad de responder a estímulos externos.
Sobredosis accidental: La presencia de alcohol puede enmascarar los efectos iniciales del opio, llevando al consumo de dosis peligrosas de ambas sustancias sin que el usuario perciba el peligro
Estrés en el sistema cardiovascular: La combinación puede causar hipotensión severa (presión arterial extremadamente baja), disminuyendo el flujo sanguíneo al cerebro y otros órganos vitales.
Náuseas y riesgo de aspiración: Ambas sustancias pueden causar vómitos, y si la persona está inconsciente, aumenta el riesgo de aspiración pulmonar (inhalación de contenido gástrico), lo que puede ser fatal.