Efectos combinados en el cerebro: El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, mientras que la nicotina tiene propiedades estimulantes. Esta interacción puede enmascarar los efectos del alcohol, llevando a consumir más de lo esperado, lo que aumenta el riesgo de intoxicación alcohólica.
Mayor riesgo de dependencia: Se ha demostrado que el alcohol y la nicotina refuerzan mutuamente sus efectos adictivos. Consumir ambos puede fortalecer los hábitos de uso problemático.
Daño físico acumulativo: La combinación potencia el daño en órganos como el hígado y el corazón, además de incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como cáncer de boca, garganta y esófago.
Efectos gastrointestinales: El alcohol puede irritar el revestimiento del estómago, y la nicotina reduce el flujo sanguíneo hacia este órgano, lo que puede agravar problemas como gastritis o úlceras.