Efectos opuestos en el sistema nervioso central (SNC): El metilfenidato es un estimulante que aumenta el enfoque y la actividad del SNC, mientras que la ketamina es un anestésico disociativo que actúa como depresor del SNC en algunos aspectos. Esta oposición puede causar una experiencia psicológica caótica, combinando hiperactividad mental con sensaciones disociativas o de desconexión.
Riesgo cardiovascular: El metilfenidato eleva la frecuencia cardíaca y la presión arterial, mientras que la ketamina también puede causar aumentos transitorios en la presión arterial. La combinación puede sobrecargar el sistema cardiovascular, aumentando el riesgo de hipertensión severa, palpitaciones o arritmias.
Efectos psicológicos impredecibles: La ketamina puede inducir estados alterados de conciencia, alucinaciones y desorientación. El metilfenidato puede amplificar la ansiedad o la confusión asociadas con estos efectos, haciendo la experiencia mucho más intensa e incontrolable.
Riesgo de sobreestimulación y descoordinación: El metilfenidato puede mantener al usuario despierto y alerta mientras la ketamina provoca estados de descoordinación motriz. Esto puede aumentar el riesgo de accidentes o lesiones físicas.
Falta de sinergia: No hay beneficios evidentes al combinar estas sustancias. En lugar de complementarse, sus efectos tienden a contradecirse de manera impredecible, lo que puede resultar desagradable o peligroso.
Si alguien decide combinar estas sustancias, debe hacerlo con extrema precaución y en un entorno controlado, idealmente con alguien que supervise. Sin embargo, los riesgos físicos, psicológicos y cardiovasculares hacen que esta combinación no sea aconsejable.