Riesgo de cardiotoxicidad: El metilfenidato es un estimulante del sistema nervioso central (SNC), mientras que el alcohol es un depresor. Esta interacción puede causar una sobrecarga cardiovascular, elevando el riesgo de arritmias, hipertensión o incluso paro cardíaco.
Enmascaramiento de los efectos del alcohol: El metilfenidato puede reducir la percepción de intoxicación por alcohol. Esto puede llevar a un consumo excesivo de alcohol sin que la persona se dé cuenta de los niveles tóxicos que está alcanzando, aumentando el riesgo de envenenamiento por alcohol.
Mayor riesgo de daño hepático: En el hígado, el metilfenidato se metaboliza, y cuando se combina con alcohol, puede formarse un metabolito conocido como etilfenidato, que es más tóxico que el metilfenidato por sí solo. Este metabolito puede aumentar los riesgos de daño hepático y toxicidad sistémica.
Impacto psicológico: La combinación puede causar estados de ánimo erráticos, agresividad o aumento de comportamientos impulsivos debido a la interacción de los efectos estimulantes del metilfenidato y los depresores del alcohol.