Efectos sobre el sistema cardiovascular: La cocaína puede causar un aumento significativo en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Este aumento puede ser riesgoso para las personas que toman metformina, especialmente si tienen problemas cardíacos subyacentes. La cocaína puede aumentar el riesgo de infarto de miocardio, arritmias cardíacas y otras complicaciones cardiovasculares graves.
Riesgo de acidosis láctica: La metformina tiene un pequeño riesgo de causar acidosis láctica, una condición potencialmente fatal donde el cuerpo produce un exceso de ácido láctico. El estrés físico y los cambios rápidos en el metabolismo, como los que pueden ser inducidos por la cocaína, pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta condición. La cocaína puede causar deshidratación, elevación de la temperatura corporal y aumento de la demanda metabólica, lo que podría agravar el riesgo de acidosis láctica en personas que ya toman metformina.
Aumento de la glucosa: La cocaína tiene el potencial de aumentar temporalmente los niveles de glucosa en sangre debido a su efecto estimulante en el sistema nervioso. Esto podría interferir con los efectos de la metformina, que se utiliza para reducir los niveles de azúcar en sangre. Las fluctuaciones en los niveles de glucosa podrían dificultar el control de la diabetes en personas que toman metformina.
Efectos en el hígado y riñones: Ambos metformina y cocaína son metabolizados en el cuerpo, principalmente a través del hígado y los riñones. El uso de cocaína puede poner tensión adicional en estos órganos, especialmente si la persona también tiene problemas hepáticos o renales. La combinación de ambas sustancias puede aumentar el riesgo de daño hepático o renal, lo que podría afectar la eficacia de la metformina y aumentar el riesgo de efectos secundarios.