Efectos sobre el sistema inmunológico: Tanto la meprednisona como el cannabis afectan el sistema inmunológico, aunque de manera diferente. La meprednisona suprime el sistema inmunológico, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones. Algunos estudios sugieren que el cannabis también puede tener efectos inmunosupresores, aunque estos efectos son más leves y dependen de la dosis y el compuesto (THC o CBD) que se consuma. El uso conjunto puede aumentar ligeramente el riesgo de infecciones, aunque este riesgo no es tan elevado como con otras combinaciones de medicamentos inmunosupresores.
Efectos psicológicos: La meprednisona puede causar irritabilidad, cambios de humor y ansiedad, mientras que el cannabis, especialmente con altos niveles de THC, puede inducir ansiedad o paranoia en algunas personas. Usar ambas sustancias puede intensificar estos efectos, lo que puede llevar a experiencias psicológicas incómodas o desagradables.
Riesgo cardiovascular: La meprednisona puede aumentar la presión arterial y causar retención de líquidos, lo que podría verse exacerbado por el uso de cannabis, ya que el cannabis puede afectar la frecuencia cardíaca y la presión arterial, especialmente en personas no habituadas. En combinación, esto podría tener un impacto negativo en la salud cardiovascular, especialmente en personas con antecedentes de hipertensión o problemas cardíacos.
Efectos sobre la memoria y la cognición: Ambos, la meprednisona y el cannabis, pueden alterar la memoria a corto plazo y la cognición, lo que podría afectar la capacidad de concentración y el funcionamiento cognitivo.