La levodopa y la cocaína ambos afectan el sistema dopaminérgico en el cerebro, pero de formas muy diferentes. La levodopa aumenta los niveles de dopamina en el cerebro de manera controlada y gradual, mientras que la cocaína causa un aumento brusco e intenso de dopamina. Esta combinación puede alterar el equilibrio dopaminérgico de manera impredecible y peligrosa.
El uso de cocaína mientras se está tomando levodopa puede aumentar el riesgo de efectos adversos graves como hipertensión severa, taquicardia (latidos cardíacos rápidos) y riesgos de convulsiones. También puede llevar a un efecto rebote donde los síntomas del Parkinson se vuelven más difíciles de controlar debido a la alteración del sistema dopaminérgico.
Cocaína también puede interferir con los efectos de la levodopa y disminuir su efectividad, lo que podría empeorar los síntomas motores en personas con Parkinson.