Efectos sedantes y depresión del sistema nervioso: El alcohol tiene efectos sedantes que pueden contrarrestar la acción de la levodopa, que está diseñada para mejorar la motricidad y el control motor. Esto puede llevar a una disminución del control motor en pacientes con Parkinson, lo que agrava los síntomas motores.
Riesgo de hipotensión: Levodopa puede causar una caída de la presión arterial (hipotensión ortostática) al levantarse, y el alcohol puede potenciar este efecto, aumentando el riesgo de mareos, desmayos y caídas, lo cual es particularmente peligroso para personas con Parkinson.
Interferencia con el metabolismo: El alcohol puede interferir con el metabolismo de los medicamentos, incluida la levodopa, alterando su efectividad. Si el alcohol se consume en grandes cantidades, puede reducir la capacidad del cuerpo para procesar la levodopa correctamente.
Efectos adversos sobre el hígado: Tanto la levodopa como el alcohol pueden tener efectos adversos sobre el hígado, especialmente si se consumen en grandes cantidades durante períodos prolongados. Aunque la levodopa no tiene efectos hepáticos graves, el alcohol puede aumentar el riesgo de daño hepático.
Mayor riesgo de efectos secundarios: El consumo de alcohol puede aumentar el riesgo de efectos secundarios relacionados con la levodopa, como náuseas, vómitos o confusión mental. La combinación también puede empeorar el estado general de salud del paciente con Parkinson, especialmente si se consume en exceso.