Riesgo de sedación excesiva: Las benzodiacepinas inducen sedación, y los IRSN, aunque no son sedantes en sí mismos, pueden causar somnolencia en algunas personas. Cuando se combinan, los efectos sedantes de las benzodiacepinas pueden intensificarse, provocando un aumento de la somnolencia, fatiga, y dificultad para concentrarse. Esto puede afectar el rendimiento en actividades que requieren atención y coordinación, como conducir.
Potencial de depresión respiratoria: En algunas personas, el uso de benzodiacepinas, especialmente en dosis altas, puede deprimir la función respiratoria. Aunque los IRSN generalmente no tienen este efecto, la combinación de ambos medicamentos podría aumentar el riesgo de problemas respiratorios, especialmente si se usan con otras sustancias que deprimen el sistema nervioso central.
Riesgo de dependencia y tolerancia: Las benzodiacepinas, cuando se usan durante períodos prolongados, pueden causar dependencia y tolerancia. La combinación de estas con los IRSN puede llevar a un uso crónico de ambos medicamentos, lo que aumenta el riesgo de dependencia y complicaciones asociadas. Además, los IRSN no suelen ser adictivos, pero pueden aumentar la necesidad de medicación ansiolítica si los síntomas no se manejan adecuadamente.
Posibles interacciones psicológicas: La combinación de benzodiacepinas, que producen efectos calmantes, con IRSN, que elevan el ánimo, puede generar una sensación de desajuste entre los efectos psicoactivos de ambos fármacos. En algunos casos, esto puede dificultar el tratamiento adecuado de los trastornos del estado de ánimo.
Posible aumento de los efectos adversos: Ambos medicamentos tienen efectos secundarios que se pueden solapar, como náuseas, mareos, y trastornos del sueño. Estos efectos podrían ser más intensos cuando los dos medicamentos se combinan, lo que aumenta la probabilidad de experimentar reacciones adversas.