Carga hepática acumulativa: Tanto la ibogaína como el paracetamol son metabolizados en el hígado, y su uso conjunto podría aumentar la carga hepática. En usuarios con función hepática comprometida o consumo elevado de paracetamol, el riesgo de toxicidad hepática es mayor.
Riesgo de arritmias: Aunque el paracetamol no tiene efectos directos sobre la conducción cardíaca, en combinación con la ibogaína (que puede prolongar el intervalo QT), podría incrementar indirectamente el riesgo en personas con predisposición a problemas cardíacos.
Efectos neurofisiológicos: No existe evidencia de que el paracetamol interfiera con los efectos psicodélicos de la ibogaína, pero su capacidad para aliviar dolores físicos podría ser útil en contextos terapéuticos o de malestar físico durante la experiencia con ibogaína.
Uso seguro en dosis moderadas: En dosis terapéuticas normales, el paracetamol no parece intensificar los efectos adversos de la ibogaína, salvo en casos de sobredosis o vulnerabilidad hepática.