Efectos cruzados: El alcohol puede alterar la capacidad para manejar y procesar la experiencia psicodélica, haciéndola más confusa o emocionalmente difícil.
Riesgo psicológico: El DMT induce un estado de disolución del ego y alteración total de la percepción. Si el usuario está bajo los efectos del alcohol, puede ser más difícil lidiar con la intensidad emocional y cognitiva del viaje. El alcohol puede aumentar el riesgo de desorientación, ansiedad o paranoia durante la experiencia psicodélica.
Impacto físico: El alcohol afecta la coordinación y el equilibrio, mientras que el DMT puede causar sensaciones físicas intensas, como mareos o presión corporal. La combinación puede aumentar el riesgo de caídas o accidentes. El alcohol también deshidrata el cuerpo y puede causar náuseas, lo que puede intensificar el malestar físico durante el viaje de DMT.
Riesgo de consumo excesivo: Si el alcohol se consume antes del DMT, puede embotar la percepción inicial de los efectos psicodélicos, lo que podría llevar a subestimar la intensidad de la experiencia. Consumir alcohol después del DMT, especialmente en grandes cantidades, puede dificultar la integración emocional de la experiencia psicodélica.
Entorno y preparación (“Set & Setting”): El DMT requiere un entorno tranquilo y seguro para que la experiencia sea manejable. Si el alcohol afecta el juicio o la atención al entorno, el riesgo de descontrol emocional o físico aumenta.