Efectos sobre el sistema nervioso: Tanto alcohol como dipirona pueden causar somnolencia o afectar el sistema nervioso central, y el uso conjunto podría potenciar estos efectos. La combinación de ambos puede aumentar la sensación de somnolencia y afectar la coordinación motora, lo que puede ser peligroso, especialmente si se necesita estar alerta o conducir.
Riesgo gastrointestinal: El alcohol puede irritar el revestimiento del estómago, lo que aumenta el riesgo de úlceras y hemorragias gástricas. Dipirona también tiene un riesgo potencial de efectos gastrointestinales, como dolor estomacal y úlceras. El uso conjunto puede aumentar estos riesgos.
Riesgo hepático y renal: Aunque dipirona no se metaboliza en gran parte por el hígado como otros medicamentos, el consumo excesivo de alcohol puede afectar negativamente la función hepática y renal, lo que podría aumentar el riesgo de toxicidad o complicaciones en el uso de dipirona.
Riesgo de hemorragia: El alcohol puede afectar la coagulación sanguínea, lo que aumenta el riesgo de hemorragias, especialmente si se combina con medicamentos que afectan la función plaquetaria o el sistema gastrointestinal. Si bien dipirona no tiene un efecto anticoagulante directo, su potencial para causar efectos gastrointestinales (como úlceras) puede combinarse de manera adversa con el consumo de alcohol.