Efectos cruzados: El CBD podría atenuar algunos efectos ansiógenos o estimulantes de la MDMA, lo que puede resultar en una experiencia más calmada para algunas personas. Sin embargo, esto también podría enmascarar señales de advertencia físicas, como la sobrecalentamiento o la deshidratación.
Riesgo psicológico: La MDMA puede inducir estados emocionales intensos, tanto positivos como negativos. El CBD podría suavizar algunas de las emociones negativas, como la ansiedad, pero también podría reducir la intensidad de los efectos positivos deseados. En algunas personas, la combinación puede generar una experiencia emocional confusa o desbalanceada.
Impacto físico: La MDMA aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura corporal, lo que puede ser peligroso en entornos como fiestas o clubes. Aunque el CBD tiene propiedades relajantes que podrían contrarrestar parcialmente estos efectos, no protege completamente contra los riesgos cardiovasculares o de deshidratación asociados con la MDMA. Ambas sustancias pueden causar fatiga física al final de sus efectos, aumentando la sensación de agotamiento.
Sobrecarga serotoninérgica: La MDMA libera grandes cantidades de serotonina, lo que puede llevar a una disminución significativa de este neurotransmisor después de su uso, causando lo que se conoce como “bajada”. Aunque el CBD no tiene un impacto directo en la liberación de serotonina, podría influir en cómo se perciben los efectos de la bajada.
Uso recreativo y contexto: En contextos recreativos, el CBD puede ser utilizado para tratar de “amortiguar” los efectos estimulantes o la ansiedad de la MDMA. Sin embargo, esto puede generar una falsa sensación de seguridad y fomentar el uso excesivo de MDMA.