Ambas sustancias alteran la percepción y su interacción puede intensificar significativamente la experiencia psicodélica, haciéndola más emocionalmente desafiante y físicamente intensa.
Efectos cruzados: El cannabis puede amplificar tanto los efectos visuales como emocionales del DMT, intensificando la experiencia psicodélica.
Riesgo psicológico: El cannabis, especialmente en dosis altas, puede aumentar el riesgo de ansiedad o paranoia. Al combinarse con la experiencia psicodélica profunda del DMT, estas emociones negativas pueden amplificarse. La experiencia emocional del DMT puede ser más difícil de manejar si el usuario está bajo los efectos del cannabis, especialmente si hay predisposición a la ansiedad o pensamientos intrusivos.
Impacto físico: El DMT puede causar sensaciones físicas intensas, como presión en el cuerpo o cambios en la percepción del espacio. El cannabis puede amplificar estas sensaciones, lo que podría ser incómodo para algunos usuarios. Ambas sustancias pueden causar mareos, lo que podría aumentar el riesgo de desorientación o caídas.
Sobrecarga sensorial: El DMT ya induce una sobrecarga sensorial para muchos usuarios debido a su intensidad. El cannabis puede amplificar esta sobrecarga, lo que podría ser agradable para algunos pero abrumador para otros.
Duración y sincronización de efectos: Los efectos del cannabis duran mucho más tiempo (2-4 horas, dependiendo de la dosis y la vía de administración) que los del DMT (5-20 minutos). Esto puede crear un desbalance emocional, ya que el cannabis podría mantener una sensación de alteración después de que los efectos principales del DMT hayan desaparecido.
Entorno y preparación (“Set & Setting”): Un entorno tranquilo y seguro es crucial para manejar esta combinación. Si el usuario no está en un entorno controlado o se siente incómodo, los riesgos psicológicos aumentan significativamente.