Mezclar Betahistina y LSD
es muy peligroso y se considera extremadamente perjudicial.

Estas combinaciones se consideran extremadamente perjudiciales y deben evitarse siempre. Las reacciones a estos medicamentos o drogas tomados en combinación son altamente impredecibles y tienen el potencial de causar la muerte.

En general, la mezcla de drogas suele aumentar los riesgos y efectos impredecibles, por lo que se desaconseja, pero en cualquier caso es crucial informarse bien de antemano para proteger la salud. Nos guiamos por esta categorización de riesgos.

Efectos y riesgos

La combinación de betahistina y LSD es extremadamente peligrosa y debe evitarse debido a los efectos impredecibles y potenciados sobre el sistema nervioso central, lo que puede aumentar significativamente el riesgo de alteraciones psicológicas graves, desorientación extrema y efectos adversos cardiovasculares.

Efectos cruzados: La betahistina es un medicamento utilizado para tratar el vértigo y la enfermedad de Ménière al mejorar el flujo sanguíneo en el oído interno y actuar como un agonista parcial de los receptores H1 y antagonista de los receptores H3 de histamina. El LSD, por otro lado, es un alucinógeno potente que actúa principalmente sobre los receptores de serotonina, alterando profundamente la percepción, el pensamiento y las emociones. Combinados, estas sustancias pueden generar una sobrecarga neurológica al influir en sistemas neurológicos complementarios, lo que aumenta el riesgo de psicosis, delirios y crisis de ansiedad extrema.

Riesgo cardiovascular: El LSD estimula el sistema nervioso simpático, aumentando la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Aunque la betahistina tiene un efecto vasodilatador leve, su acción no compensa el impacto cardiovascular del LSD. La combinación puede generar fluctuaciones peligrosas en la presión arterial, aumentando el riesgo de hipertensión severa, arritmias cardíacas, accidente cerebrovascular o colapso cardiovascular.

Riesgo neurológico: El LSD induce alteraciones perceptivas intensas, mientras que la betahistina puede modificar la actividad del sistema histaminérgico, que interactúa con el sistema serotoninérgico afectado por el LSD. Esta interacción aumenta el riesgo de alucinaciones intensificadas, confusión extrema, y en casos graves, psicosis transitoria. Las personas con predisposición a trastornos psicológicos corren un riesgo especialmente alto de experimentar crisis psiquiátricas.

Riesgo emocional y psicológico: El LSD altera el estado emocional, causando experiencias que pueden ir desde la euforia hasta el pánico extremo. La betahistina, aunque no tiene un impacto emocional directo, puede intensificar indirectamente los efectos psicológicos del LSD al influir en el flujo sanguíneo cerebral y la actividad neurológica. Esto puede resultar en ansiedad extrema, paranoia, delirios y alteraciones emocionales graves.

Riesgo de hipertermia y deshidratación: El LSD puede causar hipertermia leve y deshidratación debido a la sobreestimulación del sistema nervioso. La betahistina, al actuar como vasodilatador, podría interferir con la capacidad del cuerpo para regular la temperatura, aumentando el riesgo de golpe de calor o deshidratación severa, especialmente en entornos de alta actividad física o calor extremo.

Riesgo de sobrecarga hepática y renal: Ambos fármacos se metabolizan en el hígado. Aunque la betahistina tiene un impacto hepático bajo, el LSD puede ejercer presión sobre el hígado, especialmente si se consume en dosis elevadas. La combinación puede aumentar el riesgo de daño hepático o insuficiencia renal, particularmente en personas con función hepática o renal comprometida.

La combinación de betahistina y LSD es extremadamente peligrosa y debe evitarse debido a los riesgos de complicaciones neurológicas graves, alteraciones emocionales extremas, efectos cardiovasculares peligrosos y daño orgánico. Si se experimentan síntomas como confusión severa, palpitaciones, mareos extremos, ansiedad intensa o alucinaciones descontroladas, se debe buscar atención médica inmediata.


Además de que evitar mezclar fármacos con otras sustancias es clave, ya que podría afectar la evolución de tu enfermedad o provocar interacciones peligrosas, ten en cuenta que la sustancia que quieres tomar puede ser peligrosa por si misma para la enfermedad por la cual tomas el fármaco. Consulta siempre a un profesional de la salud.

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Betahistina

Betahistina

¿Qué es?

La betahistina es un medicamento utilizado principalmente para tratar los síntomas del vértigo asociado con la enfermedad de Ménière, que incluye mareos, pérdida de equilibrio y zumbido en los oídos (acúfenos). Actúa mejorando la circulación sanguínea en el oído interno, lo que ayuda a reducir los episodios de vértigo.

Efectos y Riesgos:

La betahistina mejora la circulación sanguínea en el oído interno, reduciendo los síntomas de mareo y mejorando el equilibrio. Puede causar efectos secundarios como dolor de cabeza, náuseas, molestias gastrointestinales o enrojecimiento facial. En raros casos, puede producir reacciones alérgicas o efectos sobre la presión arterial. Su uso debe ser supervisado por un médico, especialmente en personas con antecedentes de úlceras gástricas o problemas cardiovasculares.

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LSD

LSD

¿Qué es?

Es una sustancia psicodélica derivada del ácido lisérgico, presente en un hongo que crece en el centeno y otros cereales. También conocido como ácido, suele consumirse en pequeñas dosis líquidas o impregnadas en papel secante.

Efectos y Riesgos:

El LSD altera la percepción sensorial, el pensamiento y el estado emocional, generando efectos como visuales intensos, distorsión del tiempo y sensaciones de conexión o trascendencia. Aunque no es adictivo, puede provocar episodios de ansiedad, confusión o pánico (“mal viaje”). En casos extremos, podría desencadenar trastornos psiquiátricos latentes. Su consumo repetido puede generar tolerancia rápida, y los “flashbacks” o percepciones alteradas días o semanas después de su uso son posibles riesgos psicológicos.

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