Efecto paradójico (estimulación sin control alfa): La cocaína bloquea la recaptación de neurotransmisores como noradrenalina, causando hiperactivación del sistema simpático (aumento de frecuencia cardíaca, presión arterial y vasoconstricción).
Los betabloqueantes no selectivos (como el propranolol) pueden exacerbar estos efectos porque bloquean los receptores beta en el corazón pero dejan descontrolados los receptores alfa en los vasos sanguíneos, lo que puede provocar una vasoconstricción severa y aumento crítico de la presión arterial.
Aunque el atenolol es selectivo para receptores beta-1, no elimina completamente el riesgo de este efecto paradójico.
Riesgo de eventos cardiovasculares graves: La combinación de atenolol y cocaína no previene los efectos estimulantes de la cocaína y puede enmascarar algunos síntomas como la taquicardia, lo que podría dar una falsa sensación de seguridad mientras el riesgo de daño cardíaco persiste.
Cocaína puede causar vasoconstricción coronaria e infarto de miocardio, incluso en usuarios jóvenes y sin antecedentes de enfermedades cardíacas.
Efectos impredecibles en la presión arterial: Atenolol puede reducir la frecuencia cardíaca, pero la cocaína podría contrarrestar este efecto, resultando en una presión arterial extremadamente inestable.