Irritación gastrointestinal: Tanto el alcohol como la aspirina son irritantes para el tracto gastrointestinal. La combinación de ambos puede aumentar el riesgo de malestar estomacal, gastritis, úlceras y sangrado gastrointestinal, especialmente si se consumen con el estómago vacío.
Riesgo de sangrado: La aspirina tiene un efecto anticoagulante suave, lo que significa que reduce la capacidad de la sangre para coagularse. El alcohol también puede interferir con la coagulación y aumentar el riesgo de sangrado, por lo que combinarlos puede aumentar este riesgo, sobre todo en casos de lesiones o traumatismos.
Carga en el hígado: Aunque el efecto principal del alcohol es sobre el hígado, el abuso excesivo de aspirina también puede causar daño hepático, especialmente en dosis elevadas o cuando se consume con alcohol. El uso regular de ambos puede sobrecargar al hígado, aumentando el riesgo de daños a largo plazo.
Lesiones gastrointestinales: La irritación combinada de la aspirina y el alcohol puede causar úlceras gástricas o hemorragias internas. El riesgo aumenta si la persona tiene antecedentes de problemas gastrointestinales.
Riesgo de hemorragias: La aspirina actúa como un anticoagulante, lo que puede aumentar el riesgo de sangrados, especialmente si se toma en exceso o si la persona consume alcohol en grandes cantidades. Incluso una pequeña lesión puede provocar hemorragias significativas.
Problemas renales y hepáticos: El alcohol y la aspirina pueden afectar la función hepática y renal, particularmente si se consumen de forma crónica o en grandes dosis.