Beber mientras se están tomando estimulantes es arriesgado porque los efectos sedantes del alcohol se reducen, y estos son los que el cuerpo utiliza para medir el grado de embriaguez. Esto suele llevar a un consumo excesivo de alcohol con una inhibición muy reducida, aumentando el riesgo de daño hepático y deshidratación.
Además, permitirá beber más allá del punto en el que normalmente podrías desmayarte, incrementando el riesgo. Si decides hacerlo, establece un límite de cuánto beberás cada hora y cúmplelo, teniendo en cuenta que sentirás menos tanto el alcohol como el estimulante.
Las formulaciones de liberación prolongada pueden dificultar severamente el sueño, empeorando aún más la resaca.