Efectos sobre el sistema inmunológico: La betametasona, como corticosteroide, tiene efectos inmunosupresores, lo que puede reducir la capacidad del cuerpo para combatir infecciones. Sin embargo, el paracetamol no afecta directamente el sistema inmunológico y no interfiere con los efectos inmunosupresores de la betametasona. No hay una interacción directa que aumente los efectos inmunosupresores.
Efectos sobre el sistema gastrointestinal: Tanto la betametasona como el paracetamol suelen tener un perfil relativamente seguro para el sistema gastrointestinal cuando se usan en las dosis recomendadas. La betametasona puede, en algunos casos, causar irritación gástrica, pero el paracetamol no tiene efectos adversos significativos sobre el sistema digestivo. Así, esta combinación no aumenta el riesgo de úlceras o sangrados gastrointestinales como podría ocurrir con AINEs.
Efectos sobre el hígado: El paracetamol tiene un potencial hepatotóxico en dosis altas, lo que puede causar daño al hígado, especialmente si se supera la dosis recomendada. La betametasona, en dosis terapéuticas, no tiene efectos adversos significativos sobre el hígado, por lo que la combinación de ambos no debería aumentar el riesgo hepático, siempre y cuando el paracetamol se tome dentro de las dosis recomendadas.
Efectos sobre el sistema nervioso: La betametasona puede causar irritabilidad y ansiedad en algunas personas, mientras que el paracetamol es generalmente neutro en términos de efectos sobre el estado mental. No hay una interacción directa entre los efectos de ambos fármacos en el sistema nervioso, por lo que su combinación no generará un efecto sinérgico en este sentido.