Efectos contradictorios en el sistema nervioso central: La heroína es un opioide depresor del sistema nervioso central (SNC) que ralentiza la respiración, la frecuencia cardíaca y causa sedación profunda. La cocaína es un estimulante que acelera la frecuencia cardíaca, eleva la presión arterial y aumenta la actividad cerebral. La combinación de estos efectos opuestos sobrecarga el sistema nervioso, llevando a resultados impredecibles que incluyen colapso cardiovascular, depresión respiratoria, convulsiones o paro cardíaco.
Mayor riesgo de sobredosis: La cocaína puede enmascarar los efectos sedantes de la heroína, haciendo que el usuario consuma una dosis mayor de opioides de lo habitual, lo que incrementa el riesgo de sobredosis letal. Una vez que la cocaína se metaboliza y su efecto estimulante desaparece, los efectos depresores de la heroína pueden volverse dominantes, lo que puede llevar a una depresión respiratoria severa y potencialmente fatal.
Estrés extremo en el sistema cardiovascular: La cocaína puede causar vasoconstricción severa, hipertensión y arritmias, mientras que la heroína puede inducir bradicardia y depresión del SNC. Esta combinación puede resultar en colapso cardiovascular, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o paro cardíaco.
Sobrecarga metabólica en el hígado: Tanto la cocaína como la heroína son metabolizadas por el hígado, lo que aumenta la carga metabólica y el riesgo de toxicidad, especialmente en usuarios crónicos.
Daño cerebral por hipoxia: La depresión respiratoria causada por la heroína puede limitar el suministro de oxígeno al cerebro, lo que, combinado con los efectos vasculares de la cocaína, aumenta el riesgo de daño cerebral permanente o muerte.
Mayor riesgo de dependencia y adicción: Ambas sustancias son altamente adictivas por separado. Combinarlas no solo aumenta el riesgo de adicción a ambas, sino que también puede conducir a un ciclo más rápido de consumo y dependencia.
Interacciones impredecibles: La variabilidad en la pureza y dosificación de ambas sustancias hace que sus efectos sean aún más impredecibles, incrementando el peligro de sobredosis.